El Peor Enemigo de un Arquitecto es Otro Arquitecto
- Crea Mas Proyectos
- 17 jun 2024
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Se dice que el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano. En el mundo de la arquitectura, ocurre algo similar: el peor enemigo de un arquitecto es, muchas veces, otro arquitecto o incluso personas sin formación académica en arquitectura que entran al sector inmobiliario atraídas únicamente por su rentabilidad. Esta situación no solo compromete la calidad de los proyectos arquitectónicos, sino que también afecta la percepción y el valor que se le atribuye a la profesión.

Pero, ¿a qué me refiero con que el peor enemigo de un arquitecto es otro arquitecto? Me refiero a la desvalorización del trabajo arquitectónico, una situación que se origina en gran medida por aquellos arquitectos que subvaloran su propia labor con tal de obtener proyectos. Estos profesionales ofrecen proyectos gratuitos con la condición de ser contratados para la ejecución de la obra. Lo que hacen, en muchos casos, es replicar el mismo diseño una y otra vez, sin considerar la topografía del terreno, el asoleamiento, las condiciones climáticas y otros factores cruciales que un arquitecto debe tener en cuenta al diseñar un proyecto.
Estas prácticas no solo degradan la profesión, sino que también distorsionan la percepción del público sobre el valor del trabajo arquitectónico. Los clientes, acostumbrados a estos métodos, tienden a menospreciar la complejidad y el rigor de un proyecto arquitectónico, llegando a pensar que es un simple dibujo que se genera con un clic en una computadora. Esta visión errónea se ve reforzada por aquellos que, al no valorar adecuadamente su trabajo, contribuyen a la idea de que la arquitectura no requiere de conocimientos profundos ni de un proceso creativo y técnico riguroso.
La entrada de personas no calificadas en el sector inmobiliario también agrava esta problemática. Estas personas, motivadas únicamente por el beneficio económico, no respetan los principios básicos de la arquitectura y suelen ofrecer soluciones de diseño que no cumplen con los estándares de calidad y seguridad. Al hacerlo, disminuyen aún más la percepción del valor del trabajo arquitectónico, afectando a toda la profesión.
El impacto de estas prácticas es amplio. La repetición de diseños estandarizados sin una adecuada consideración del contexto puede llevar a la creación de espacios poco funcionales, insostenibles y poco atractivos. La arquitectura debe ser una respuesta específica a un entorno y a las necesidades de sus usuarios, y no una solución genérica aplicada sin criterio.
Además, la falta de valoración adecuada del trabajo arquitectónico puede llevar a una disminución en la inversión en calidad y en innovación. Cuando los proyectos son valorados solo por su costo y no por su calidad, los arquitectos pueden verse obligados a reducir sus tarifas y, en consecuencia, la calidad de sus servicios. Esto crea un círculo vicioso donde la devaluación del trabajo arquitectónico conduce a una menor calidad en los proyectos, lo que a su vez refuerza la percepción de que la arquitectura no merece ser debidamente remunerada.
Conclusión
La profesión arquitectónica enfrenta desafíos tanto internos como externos. Para preservar la integridad y el reconocimiento del trabajo arquitectónico, es esencial que los arquitectos valoren su labor y eduquen a sus clientes sobre la importancia de un diseño bien fundamentado y específico para cada contexto. La comunidad arquitectónica debe unirse para combatir las prácticas que desvalorizan la profesión y promover estándares de calidad que aseguren que cada proyecto arquitectónico sea una respuesta única y bien considerada a su entorno.
Solo a través de la valorización y la defensa de la calidad en el diseño arquitectónico podremos combatir la desvalorización de la profesión. Al hacerlo, no solo se mejorará la percepción del trabajo arquitectónico, sino que también se contribuirá al desarrollo de espacios que verdaderamente respondan a las necesidades humanas y ambientales, fomentando una arquitectura que sea sostenible, funcional y estéticamente valiosa. En última instancia, al defender y promover la calidad en la arquitectura, los arquitectos podrán asegurar que su trabajo sea apreciado en su justa medida y que su profesión reciba el reconocimiento y el respeto que merece.
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